El retorno a la tierra natal ha sido tan
sentimental, y tan mental, y tan divino,
que a�n las gotas del alba cristalinas est�n
en el jazm�n de ensue�o, de fragancia y de trino.
Por el Anfi�n antiguo y el prodigio del canto
se levanta una gracia de prodigio y encanto
que une carne y esp�ritu, como en el pan y el vino.
En el lugar en donde tuve la luz y el bien,
�qu� otra cosa podr�a sino besar el manto
a mi Roma, mi Atenas o mi Jerusal�n?
Exprimidos de idea, y de orgullo y cari�o,
de esencia de recuerdo, de arte de coraz�n,
concreto ahora todos mis ensue�os de ni�o
sobre la cr�n anciana de mi amado Le�n.
Bendito el dromedario que a trav�s del desierto
condujera al Rey Mago, de aureolada sien,
y que se dirig�a por el camino cierto
en que el astro de oro conduc�a a Bel�n.
Amapolas de sangre y azucenas de nieve
he mirado no lejos del divino laurel,
y he sabido que el vino de nuestra vida breve
precipita hondamente la ponzo�a y la hiel.
Mas sabe el optimista, religioso y pagano,
que por C�sar y Orfeo nuestro planeta gira,
y que hay sobre la tierra que llevar en la mano,
dominadora siempre, o la espada, o la lira.
El paso es misterioso. Los m�gicos diamantes
de la corona o las sandalias de los pies
fueron de los maestros que se elevaron antes,
y ser�n de los genios que triunfar�n despu�s.
Parece que Mercurio llevara el caduceo
de manera triunfal en mi dulce pa�s,
y que brotara pura, hecha por mi deseo,
en cada piedra una m�gica flor de lis.
Por atavismo griego o por fenicia influencia,
siempre he sentido en m� ansia de navegar,
y Jas�n me ha legado su sublime experiencia
y el sentir en mi vida los misterios del mar.
�Oh, cu�ntas veces, cu�ntas o� los sones
de las sirenas l�ricas en los cl�sicos mares!
�Y cu�ntas he mirado tropeles de tritones
y cortejos de ninfas ce�idas de azahares!
Cuando Pan vino a Am�rica, en tiempos fabulosos
en que hab�a gigantes y conquistaban Pan
y Baco tierra inc�gnita, y tigres y molosos
custodiaban los templos sagrados de Cop�n,
se celebraban cultos de estrellas y de abismos;
se ten�a una sacra visi�n de Dios. Y era
ya la vital conciencia que hay en nosotros mismos
de la magnificencia de nuestra Primavera.
Los atl�ntidas fueron hu�spedes nuestros. Suma
revelaci�n un tiempo tuvo el gran Moctezuma,
y Hugo vio en Momotombo �rgano de verdad.
A trav�s de las p�ginas fatales de la historia,
nuestra tierra est� hecha de vigor y de gloria,
nuestra tierra est� hecha para la Humanidad.
Pueblo vibrante, fuerte, apasionado, altivo;
pueblo que tiene la conciencia de ser vivo,
y que reuniendo sus energ�as en haz
portentoso, a la Patria vigoroso demuestra
que puede bravamente presentar en su diestra
el acero de guerra o el olivo de paz.
Cuando Dante llevaba a la Sorbona ciencia
y su maravilloso coraz�n florentino,
creo que concretaba el alma de Florencia,
y su ciudad estaba en el libro divino.
Si peque�a es la Patria, uno grande la sue�a.
Mis ilusiones, y mis deseos, y mis
esperanzas, me dicen que no hay patria peque�a.
Y Le�n es hoy a m� como Roma o Par�s.
Quisiera ser ahora como el Ulises griego
que domaba los arcos, y los barcos y los
destinos. Quiero ahora deciros �hasta luego!
�Porque no me resuelvo a deciros adi�s!
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