He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una ara�a que cruzaba escondi�ndose.
En ti, detr�s de ti, temerosa, sedienta.
Historias que contarte a la orilla del crep�sculo,
mu�eca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un �rbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Yo que viv� en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sue�o y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inm�viles.
Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de p�jaro, algo de angustia y de olvido.
As� como las redes no retienen el agua.
Mu�eca m�a, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi �vida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegr�a.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura m�a, qu� te haces de repente?
Cuando he llegado al v�rtice m�s atrevido y fr�o
mi coraz�n se cierra como una flor nocturna. |
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