Ni�a morena y �gil, el sol que hace
las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
T� juegas con el sol como con un estero
y �l te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Ni�a morena y �gil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediod�a.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi coraz�n sombr�o te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva
como el trigal y el sol, la amapola y el agua. |
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