Para decirte, amor, que te deseo,
sin los rubores falsos del instinto.
Estuve atada como Prometeo,
pero una tarde me sal� del cinto.
Son veinte siglos que movi� mi mano
para poder decirte sin rubores:
"Que la luz edifique mis amores".
�Son veinte siglos los que alzo mi mano!
Pasan las flechas sobre mis cabellos,
pasan las flechas, aguzados dardos...
�Son veinte siglos de terribles fardos!
Sent� su peso al libertarme de ellos.
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